Nací en la ciudad
de Buenos Aires el 24 de enero de 1986, un día de paro general en el que, dada la ausencia del personal de cocina en el hospital Otamendi, mi mamá y mi papá cenaron helado de chocolate amargo, frutilla al agua y sambayón. 

Desde que aprendí a hablar cuento historias, para no olvidarme las cosas me enseñaron que podía cantarlas, y a los 10 años empecé a hacerlo con ayuda de la guitarra. Esos datos me hacen dar cuenta de que llevo la mayor parte de mi vida en una investigación -que empezó como un juego más intuitivo que consciente- acerca de las posibilidades de la canción: a través de la composición (sola y colaborando con otres), la escritura, la interpretación con la voz/ la guitarra/ el cuerpo, como tallerista y luego facilitadora de talleres para otras personas, y más tarde a través de la producción musical.

Foto: Josefina Chevalier

Di mis primeros pasos

en el conservatorio Thibaud-Piazzini, a pocas cuadras de mi casa de infancia en el barrio de Almagro. Corría 1996 y yo cursaba el 4to grado en el colegio Lenguas Vivas. Sobreviví a la escuela primaria metida en la biblioteca y tocando la guitarra en el recreo, y asistí al conservatorio con fervor hasta el año 2000, en el que cambié por primera vez la criolla por la eléctrica. En 4to año, pero ya del secundario, fuertemente influenciada por The Donnas, Hole y Bikini Kill, formé junto a dos amigas mi primera banda, Barbarellas, activa entre 2002 y 2003.

En 2004, unos meses antes de abandonar el profesorado de francés, comencé a estudiar canto lírico con Teresa Musacchio, quien me contagió su amor por la ópera presentándome un mundo que yo desconocía. Incentivada por Tere, en 2005 ingresé al conservatorio Manuel de Falla para formarme en esa especialidad. Ese año también comencé junto a dos amigos la banda beatlera Pasajeros, con la que tocamos bastante y grabamos nuestros primeros demos. Por esa época adopté mi apellido materno para nombrarme y empecé a componer con regularidad, cosa que, según me decían en el conservatorio, entraba en conflicto con la colocación de la voz lírica… asunto que terminó por inclinar la balanza en favor de las canciones.

Entre 2007 y 2008, viví un año lectivo becada en Bowdoin College (Maine, EEUU), donde trabajé como ayudante de cátedra en lengua española y tomé clases de música, composición y poesía. Durante ese tiempo lejos, compuse una gran cantidad de canciones y hallé en ellas una de mis voces, lo que me incentivó a volver a Buenos Aires, dejar atrás la banda y empezar mi camino sola.

Foto 1: Almagro, 1998
Foto 2: Maine, 2008

Primeros discos:
“La Vuelta Manzana” y “Malinalli”

A fines de 2008 y más intensamente en 2009, comencé a trabajar en las canciones que formarían parte de “La Vuelta Manzana” (2012), obra producida, grabada y mezclada por Diego Rolón, querido maestro de guitarra y quien me enseñó generosamente cómo se hace un disco. Es uno de los primeros del catálogo del entonces colectivo -luego devenido en sello- Elefante en la Habitación (EH!), proyecto que co-fundé en 2011 junto a Lautaro Feldman, Nahuel Carfi, David Chorne, Rodrigo Ruiz Díaz (aka Rudo) y Nahuel Briones. Para presentarlo, formé una banda con Alejandra Moro en batería, N. Briones en guitarra y L. Feldman en bajo, con quienes toqué un montón entre 2012 y 2013.

Foto 1: Elefante en la Habitación, 2013
Foto 2: MP & the green manzanas en el viejo Matienzo, 2012

2014 fue el año de “Malinalli”, producido junto a L. Feldman, grabado por Panchi Stuart y mezclado por Manza Esaín. Tres canciones de ese disco, Sol de septiembre, Madera y mano, y Malinalli, me trajeron el premio-beca Ibermúsicas de composición de canción popular a finales de ese año, y se sintió algo así como recibirme de compositora. El aprendizaje antes, durante y después de este disco fue inmenso: en esa época toqué muchísimo, hice giras sola y con amigas colegas como Mariana Päraway y Caro Pacheco, fui bienalista -ya en 2015- y gané otro certamen de canción, el Abril para Vivir, en Granada, España. El mayor mimo de ese año fue que Luis Pescetti y Juan Quintero eligieran Sol de septiembre para que formara parte del repertorio de sus Nuevas Cartas al Rey de la Cabina.

Foto 1: Bienal de Buenos Aires, 2015
Foto 2: Josefina Chevalier

El 10 de diciembre de 2015, mi papá quedó internado en el hospital San Camilo.
Falleció allí mismo el 21 de enero de 2016.

“Tres Poemas” y
“Afuera el sol estalla”

La muerte de mi papá me dejó seca de palabras. En los dos álbumes que siguieron encuentro en común, entre otras cosas, que necesité tomarlas prestadas: de poetas, y de compositores y compositoras de mi ecosistema musical.

“Tres poemas” (2017) es un EP de tres canciones/ poemas musicalizados y la primera colaboración creativa con Guli (Agustín Bucich), uno de los músicos que más admiro y de quien más he aprendido por su manera de encarar la creación y la producción. “Tres Poemas” también existe en forma de un cortometraje co-escrito junto a Josefina Chevalier, que filmamos en Córdoba bajo la dirección de María Aparicio. Este proyecto contó con la participación de un equipo espectacular de mujeres artistas en cada uno de los aspectos de su realización, desde las actuaciones de Gabriela Beltramino y de la pintora Hilda Zagaglia, pasando por la realización de vestuario de Flor Dacal y las voces de más de diez amigas-colegas cantantes en la primera canción, Dice la voz de la lluvia (poema de Circe Maia).

Foto: Josefina Chevalier

“Afuera el sol estalla” (2018) es un disco de versiones de otras autoras y autores que quiero mucho, nuevamente con Guli como co-productor. Lo grabamos en la que en ese momento era nuestra casa devenida estudio de grabación, La Alfombra Mágica, en el barrio de Núñez. Nos propusimos que, además de dar cuenta de la tarea de versionar que ya venía abordando, AESE pudiera invitar al oyente a viajar hacia otro tiempo: “encontraste unas cintas misteriosas en el altillo de la casa de tus viejos y, al reproducirlas, suena esto”. Tomando como referencia el eclecticismo un poco caótico del Álbum Blanco, intentamos hacer convivir a las canciones en su propio microcosmos de sentido.

Foto 1: Alelí Alegría Cuba
Foto 2: Josefina Chevalier

Ruiseñora

Entre 2017 y 2018, sostuvimos un proceso creativo con Lu Pivetta, amiga compositora y bajista, que consistía en juntarnos todos los viernes a componer y compartir inspiraciones como único objetivo. Fruto de esos encuentros salieron la mayoría de las canciones de “Viaje al centro de la selva eléctrica”, editado en 2019 por el sello Goza Records, y el taller de canciones La VOS Cantante. Durante ese año, formamos una banda para salir a tocar el disco; se sumaron Natalia Spiner en guitarra y coros y Melanie Williams en batería. En 2020, una semana antes de la cuarentena obligatoria, con Nati y Lu compusimos una serie de canciones de las cuales sólo una vio la luz: “Tanta data”, que salió como single en 2021. Este año va a salir una más de esa camada, O.V.N.I., que forma parte del compilado español Hits with Tits vol.9, a editarse próximamente en vinilo.

Foto: Manu Goldschmidt

Desde “Una película” hasta hoy

En 2020, en los primeros meses de la pandemia, grabé “Una película”, canción que salió acompañada de un pequeño universo de inspiraciones y crudezas, incluyendo los audios que grabé en el celular cuando la compuse a fines de 2019. Ese año me invitaron a participar en el ciclo de compositoras “Un mapa” en el Auditorio Nacional del CCK, en el que pude tocarla en vivo en el extraño contexto de una Ballena vacía.

Foto: Autorretrato, 2020

Aprovechando el parate de actividades fuera de casa, emprendí la tarea de retomar un cuerpo de canciones y escritos que en su mayoría -con algunas excepciones como “Un minuto”- había dejado guardados sin tocar o sin terminar desde la muerte de mi viejo. El proyecto, que empezó como un rescate de esas canciones y una manera de contar mi historia en relación a su muerte, con el correr de los meses se fue transformando en una investigación más abarcativa en torno a los temas de la memoria/ el olvido, la herencia de los ancestros y lo que hacemos con ella, sus huellas -que recibimos en forma de fotos, dibujos, objetos y palabras-, el duelo y los ritos de muerte y nacimiento, la repetición/ disco rayado/ misma piedra, y las preguntas: ¿hay movimientos posibles para dejar de repetir lo que ya no funciona, a la misma vez que honramos la memoria heredada?, y ¿cómo son esos movimientos?

Desde ese momento hasta hoy,

el disco fue creciendo y también mutando: pasó de ser un solo volumen bastante largo a ser dos álbumes, hermanados pero claramente diferentes. El primero, “Recordar/ Volver a pasar”, está siendo publicado en estos días, y el segundo capítulo, “Botas rojas”, que -si todo sale más o menos bien- también va a aparecer en 2023.

Otros proyectos: productora musical y guitarrista/ corista

En 2016 comencé un camino paralelo como guitarrista rítmica y corista tocando canciones de otres. Ese camino empezó con la formación de la banda GULI, de la que fui parte en ese rol hasta 2021. Desde ese año soy parte del Cabloide, la banda de Melanie Williams, y he tocado como guitarrista, corista, bajista y/o percusionista, en sus bandas estables o en ocasiones especiales, junto a Feli Colina, Natalie Pérez, Andrea Echeverri y Barbi Recanati.

En 2019, con la experiencia de haber coproducido mi propia música durante años, comencé a trabajar como productora/ arregladora en colaboración con otras compositoras. Produje “Canciones sobre vivientes” de Emilia Molina (2020), las canciones “Ánima” y “Muselina” de Bela Zugasti (2021) y el EP “Nostálgico Bailable” de Jaz Pimentel (2022).

Foto: Matías Casal